Al igual que la desatención, la felicidad y la participación; las enfermedades también abundan en nuestras aulas, ya sean de carácter físico como psicológico. Hay niños que llegan al aula con problemas en casa, con depresión, con déficit de atención, con diferentes tipos de autismo... Por suerte la mayoría de los colegios cuentan con un psicólogo infantil que les ayuda a sobre llevar esta carga.
Pero, ¿y esos niños que presentan problemas como diabetes, alergia, asma...? ¿Qué se puede hacer por ellos desde la dirección del colegio? ¿Por qué no puede haber alguien que supervise los problemas de salud de los alumnos, de la misma manera que hay alguien que supervisa los problemas psicológicos?
Muchos son ya los que opinan que es muy necesario incluir a un enfermero/a en los colegios y que este punto sería un gran incentivo para el sistema educativo español. Además de los evidentes beneficios que aportan en sucesos que ocurren con mucha frecuencia en los colegios (caídas, bajadas de azúcar, golpes, roturas de hueso...) esto ayuda en gran medida al maestro, pues con un especialista sobre el que discutir estos asuntos, tiene una base más sólida sobre la que informar a los padres, si se descubren enfermedades o problemas de salud en los niños, tales como la sordera, falta de visión, alergias...Otros servicios que puede ofrecer un especialista de esta categoría es información de vital relevancia tanto para padres como para los propios alumnos ( educación sexual, primeros auxilios...)
Aunque la llegada de estos especialistas no deba suponer que el profesor se desentienda de los problemas, el docente tiene más tiempo para dedicar a su labor principal (la enseñanza) al saber que puede contar con alguien que le ayude a sobre llevar estos ciertos problemas que afectan no solo a la propia víctima, sino a todo el grupo de estudiantes que lo rodea.
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